La última canción fueron tus besos
Posted 15/07/2012
on:- In: amor | beso | boca | Desamor | poesía | Salvador Pliego
- 10 Comments
Mi vuelo triste… Y yo cantaba.
Lo que la noche alumbró. Lo que el águila perdía.
A ti, mujer, a ti, en la más profunda acequia de mi alma.
¡Oh trino de pescadores encallados!
¡Oh besos escondidos en la tierra!
¡Oh clandestinidad del pájaro sin vuelo!
Nada se levantó del suelo sino la turbia soledad del cielo.
Y mi corazón fue ese hormiguero de besos.
Tan tuyos y míos, como los brazos atizados,
como las luces de astros en los cuerpos.
¡Ah del elixir que el amor repartió
y que nos sumergió entre cruces de silencios!
¡Ah de las bocas de espadas y sollozantes,
enredadas en las ramas y en las nubes,
en el maíz cortándose a granos,
y que una y otra vez se ensancharon como alas, y volaron!
¡Ah del aroma que fue pólvora y granizo,
y fue lo más dulce del sabor y el sentimiento!
¡Nada!… Ni el amor dejaste, ni los ojos abiertos
de las islas donde anclamos,
ni la levedad del rostro ante el muro de la noche,
ni la corona de tiempo que en mí albergaste y guardaste.
Ahí quedaste, como un fruto en estampida,
como la máquina devorando su polea.
Y mi corazón vuelve y te vuelve… y a veces canta.
Por donde las cordilleras y el rocío se terminan,
mi corazón migra y hace vuelo.
¡Ah, mi canto triste… la noche triste… el viento triste!
Detrás de las corolas aún se escapa un sentimiento.
Salvador Pliego
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10 respuestas hasta "La última canción fueron tus besos"

Muy interesante, muy sonoro, muy significativo.
Goriot.


Se puede soñar con esta lectura Maestro.
Buena semana.


melancolía pura,
saludos


melancolía sin medida maestro
un abrazo


Una tristeza profunda le queda después de ese amor. Abrazos, un gusto leerte.


……»Su suavidad venía volando sobre el tiempo, sobre el mar, sobre el humo, sobre la primavera, y cuando tú pusiste tus manos en mi pecho, reconocí esas alas de paloma dorada, reconocí esa greda y ese color de trigo.» Neruda ———————————————————————— SÉPTIMO Tus nobles manos buenas. Tus manos dulces sobre mi veneno. Qué llamas tibias, compañera, entre agujas de invierno. Qué dos brasas serenas. En ellas el milagro que sólo mi alma y yo sabemos. El cielo limpio en ellas. Pósalas, compañera, como dos alas médicas sobre el turbio hemisferio de mi cabeza. Sobre el dolor que tengo de no ser Dios y sobre mis tormentas, posa tus manos dulces de silencio, quietas de amor, grávidas y eternas. Siembra la fe en mi frente igual que un trigo bueno con tus manos morenas. Puerto de paz tus manos en mi pecho. Como dos puertos son, como dos puertas luminosas al cielo que siempre están abiertas. Soy el marino loco, ebrio de viento. Vengo del mar oscuro, compañera. a sal me sabe el sueño. Traigo las manos viejas. Soy tu marino amargo que vuelvo de los mares de los muertos con la proa encendida y encendidas las velas tras apagar los fuegos de San Telmo. Vengo a tus manos plenas, a tu profundo pecho terrestre y generosa, compañera. Vengo al puerto de tus manos que es la tierra firme en que tengo hijo y cosecha, amor, fuego de hogar, semilla plena, jubiloso arado, pecho tranquilo y fuerte, raíz, suelo, agua clara y noble sal para mi mesa. Y limpio, casto don para mi lecho. ¡Qué llamas tibias, qué brasas serenas, qué dulces alas de sereno vuelo tus manos en mi alma, compañera! Queda mi arboladura en este suelo. Mi ancla en esta tierra. Manuel Arce.


La última canción sentida, doliente, para un amor que partió tan solo dejando el recuerdo de sus besos.
Saludos, Salvador


Salvador,
Una bella composición repleta de sentimientos y romanticismos. Me agrada leerte, eres un poeta extraordinario.
Deslizarme por tus versos es como caminar por encima de las aguas y tranquilizar los sentidos. Gracias por compartir tus creacionbes. Saludos,
Ann@ Genovés


Séptimo Tus nobles manos buenas.Tus manos dulces sobre mi veneno.Qué llamas tibias, compañera,entre agujas de invierno.Qué dos brasas serenas.En ellas el milagro que sólo mi alma y yo sabemos.El cielo limpio en ellas.Pósalas, compañera, como dos alas médicas sobre el turbio hemisferiode mi cabeza.Sobre el dolor que tengo de no ser Dios y sobre mis tormentas,posa tus manos dulces de silencio,quietas de amor, grávidas y eternas.Siembra la fe en mi frente igual que un trigo buenocon tus manos morenas.Puerto de paz tus manos en mi pecho.Como dos puertos son, como dos puertas luminosas al cieloque siempre están abiertas. Soy el marino loco, ebrio de viento.Vengo del mar oscuro, compañera.a sal me sabe el sueño.Traigo las manos viejas.Soy tu marino amargo que vuelvo de los mares de los muertoscon la proa encendida y encendidas las velastras apagar los fuegos de San Telmo. Vengo a tus manos plenas,a tu profundo pechoterrestre y generosa, compañera.Vengoal puerto de tus manos que es la tierra firme en que tengohijo y cosecha,amor, fuegode hogar, semilla plena,jubiloso arado, pecho tranquilo y fuerte, raíz, suelo, agua clara y noble sal para mi mesa.Y limpio, casto don para mi lecho. ¡Qué llamas tibias, qué brasas serenas,qué dulces alas de sereno vuelotus manos en mi alma, compañera! Queda mi arboladura en este suelo.Mi ancla en esta tierra.

15/07/2012 a 10:32 am
Desde Valencia, vengo a darte la enhorabuena por la belleza de tuis Poemas.
Un abrazo, Montserrat