Archive for the ‘Amanecer’ Category
El canto es poesía
Posted 05/07/2012
on:- In: Amanecer | canto | poesía | poetas | Salvador Pliego
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Es tiempo del canto.
Vosotros, los que a sí mismos os llamáis pájaros,
aventureros, apóstrofes del viento,
servidores de la luminosidad del diario crepúsculo,
de cada alondra que reconoce su aposento
en la horizontalidad de la mañana,
porque va atada a la poesía su cintura,
y su celeste vestidura es un gigante adorno que le aroma;
vosotros, artífices mágicos de la estadía,
de la consagración del mar,
de la arena que es razón y sentimiento,
o marea incrustada en el alma,
o ráfaga de azules adornada con miradas,
y que gota a gota cae con sabor salino,
a lágrima genuina, a bergantín de noche en vela;
vosotros: jilgueros, cazadores fortuitos de las notas,
silbantes reconciliados con la cabellera eléctrica de la tormenta,
con los arqueros que tocan jícaras cual instrumentos
y dan a la tierra sus bemoles, su conversación de palomares,
su trinos blancos zurcidos en la madera, en los túneles silvestres
donde las hojas son cuevas sentimentales de los cardos,
de las campanas que hacen hitos del sonido,
porque se forjan en los jardines donde el amor
viene del nerviosismo de la vaina o del pétalo violáceo y coronado;
vosotros, pajareros, ¡salid al canto!
He ahí, en las mil melodías,
en las voces de mil picos,
en las bocas de mil lenguas,
los sagrados vuelos de los verbos.
¡Venid, amada!… ¡Cantad!
Hoy nacen de tus ojos el ala y la palabra.
Salvador Pliego
El que guste leer alguno de mis libros,
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Buenos días
Posted 07/11/2011
on:- In: alegría | Amanecer | Pasión | poesía | Salvador Pliego
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Alza sus ojos de rayo
como si hablara en un intercambio,
en un convite de colores,
como si de su sonrisa aflorara
el baile fecundado que el alba le silbara.
El verde, en sus ojos, viene encadenándose
a los capullos, a cada hebra, a todo crisantemo;
también a la orilla de las flores,
a la luz de las ventanas, a la frescura del aliento,
al cimarrón destello o a la sensualidad del avecilla
que parpadea el vuelo entre los huertos,
volviéndose su jardinera.
La adolescente, la juvenil mañana,
abre su rosa de mar y lavandera,
deja escapar el día de su boca,
convierte la chispa en esperanza,
comparte el placer de las torcazas
al postrarse en las bruñidas arboledas.
Para amanecerme: ¡Buenos días!
¡Qué hermosa la gota evaporada,
la brisa sensual y tempranera,
el rocío espolvoreando sus jacintos de perfume!
¡Buenos días, a las alas del sol ya coloreadas,
a las tímidas sonrisas del rayo penetrante,
a las herramientas hermosas de las hojas
donde posan sus manos naturales
los verdes hijos de los bosques
y los manzanos desbordados!
¡Buenos días, verbos del cielo y de los panes!
¡Buenos días, tesoros amables del aroma!
¡Buenos días, intensas ganas del follaje!
Al amanecer mismo… ¡Buenos días!
A los ojos infinitos del poeta… ¡Buenos días!
¡Buenos días!
Salvador Pliego
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