Archive for the ‘Fantasia’ Category
Ella
Posted 24/04/2012
on:- In: Ella | Eva | Fantasia | mujer | poesía | Salvador Pliego
- 14 Comments
Me siento,
sin más,
frente a un espejo…
Miro la improbable existencia del absurdo,
la equidistante salvedad del infinito…
Y me siento.
Creo en mi mente lo impensado, la particularidad, el instante;
la forma de un ser que se define por antonomasia,
la figura en óleo que sobrepasa los linderos
y esmerila los primigenios colores del entorno.
Me siento, nuevamente,
sin más, frente a un espejo…
Sin tocar la esencia, emana la frágil pluralidad del ente
que no se sabe rosa,
el sino propio del aroma
que solamente su volatilidad el pájaro trastoca…
Como si del espejo brotara lo inexistente, lo que no es aún,
un doble bosquejo de sonrisas extiende su índice
y yo lo toco con el mío.
Sin más, en la hirsuta voluntad del cosmos
donde el heliotropo duerme su azulado anillo de amaranto,
se crea la iridiscente forma de mujer.
Me siento frente a un espejo… Y me vuelvo universal al verla.
Yo le llamo: Eva;
y ella me nombra: Mío.
Salvador Pliego
El que guste leer alguno de mis libros,
lo puede bajar gratis haciendo clic en la
imagen del libro del lado derecho.
Si les gusta lo pueden circular entre sus
amistades libremente.
Vientos de poesía
Posted 23/11/2011
on:- In: Fantasia | poesía | Salvador Pliego | versos
- 7 Comments
Viento que irradia luz y serpentinas,
corales de unos ojos prendidos por la luna;
senos dorados que al mar con tiempo petrifican
y en olas blancas se arden y luego se disipan,
tu cuerpo de espada o saeta jardinera
alza el cielo en sus labios de poesía.
Ojos de ojos de un polvo que alucina:
el viento corre su copla y le respira;
en el ámbar de su espalda amarilla
el temblor de estrella se fuga en la pupila,
y un grito de espuma, de mar, de cobre,
en sus trenzas cual relámpago salpica.
Pulsa la piel su infinita orilla
y la belleza embriaga la luz que la desnuda.
Las manos curvan del oleaje profecías,
las noches brotan transparentes de la imagen
y el verso sueña el fruto y se abastece
de un muslo vuelto marejada.
Venas de pájaros como caderas condenadas
a la esbelta quebrada de las aguas;
náuticos bosquejos de unos labios que navegan
al sentirse arquitectos de los besos,
pues retumban en ecos y luego desvarían.
Brotas del mar en sales que decoran,
sustancia toda que encarna y se intercala.
¡En todos los sentidos te fabricas!
¡En todas las espadas te floreas!
Abre el combate el ramo de tu boca.
Tus dos pechos despliegan las nuevas estrategias
y heridos caen dando vida a la muerte
con el polvo de sus tactos que encendidos parpadean.
Todo controlas: el agua y las mareas.
Y más tranquila, desde el vientre,
en el fondo de la música,
me enmudeces, poesía.
Salvador Pliego
El que guste leer alguno de mis libros,
lo puede bajar gratis haciendo clic en la
imagen del libro del lado derecho.
Si les gusta lo pueden circular entre sus
amistades libremente.
– – – – – – – –
UN CUENTO INCONTABLE
Posted 19/07/2010
on:- In: Cuento | Fantasia | Salvador Pliego
- 37 Comments
¿Les platiqué a ustedes qué es un Xerosonte?
A través de la historia ha sido mencionado en múltiples ocasiones. Una de las más importantes y que con el tiempo se volvió leyenda, no exenta de rumores y diatribas, fue aquella del 8 de septiembre de 1560 cuando falleció Amy Dudley. En los corredores de la monarquía inglesa siempre se murmuró que Elizabeth I y el esposo de Lady Amy, Robert Dudley (a la postre conocido como Earl of Leicester ), eran amantes y habían planeado su muerte.
Aquel día del Señor, Amy Dudley rodó las escaleras encontrando el descanso eterno. Se especuló mucho sobre lo que originó la caída. Incluso un jurado tuvo que deliberar sobre el caso sin hallar respuesta alguna. Lo cierto es que Robert Dudley había salido días antes del lugar y a su regreso llevó consigo una caja grande que no permitió que nadie la abriera. El día de los acontecimientos hizo que toda la servidumbre saliera de la casa desde temprano. Robert llamó a su esposa desde la planta alta, haciéndola subir las escaleras. Estando en el último escalón, sorpresivamente Robert le mostró el Xerosonte. Fue tal el susto de Lady Amy que perdió el equilibrio y rodó hacia abajo encontrando ahí la muerte. Esta historia nunca pudo ser verificada. Sólo uno de los sirvientes escuchó lo acontecido pues apenas iba saliendo de la casa. Con el tiempo, se esparció como un rumor lo que él había escuchado y se regó la historia como lo hace la niebla en Inglaterra.
Sí, tiene su historia el Xerosonte. Pero no nos equivoquemos, se pronuncia la x como “cs”. No como sh o ch. Curioso nombre que se le otorgó: Xerosonte. No crean, a mí también se me dificulta pronunciarlo.
Recuerdo a mi abuela platicando de su tía Aulberta. Esta historia ocurrió cuando la abuela tenía diez años de edad. Aunque la tía Aulberta no era un pariente cercano pues provenía de una de las ramas lejanas del extinto tatarabuelo, lo que la distanciaba de la rama propia de la abuela. Sin embargo, le llamaban por cariño y por su edad: tía Aulberta.
El hecho es que vivía en un pueblo de esos pequeños en los que las nopaleras y los maizales cubren las viviendas con sus matas. Un día, caminando en el campo, escuchó un ruido en un árbol y se acercó por curiosidad. Vio en el tronco un Xerosonte… Quedó tan impresionada que, sin razón alguna, comenzó a recitar la biblia, específicamente el evangelio de Juan. ¡Recitaba sin parar más de 500 palabras al minuto! Casi ni tiempo le daba de respirar, comer o atenderse a sí misma. Hablaba y hablaba sin control: ininterrumpidamente. Cuenta la abuela que le dio dos vueltas al evangelio de Juan y posteriormente empezó a recitar de memoria el capítulo XXVIII de Don Quijote de la Mancha, aquel que se refiere a un cura y un barbero. Nadie sabe por qué eligió ese capítulo. Especularon mucho que probablemente se debió a que en su infancia fue novia de un barbero. Lo cierto es que nunca encontraron explicación razonable a ese hecho. Un día, la tía Aulberta, ya exhausta y cansada, se fue a recostar para no amanecer ya nunca más.
Por curiosidad estuve indagando sobre el Xerosonte. Realmente fue difícil pues en el mundo del www o de Facebook o de google no encontré gran cosa; más bien, nada. Tuve que ir a una de esas bibliotecas donde guardan papiros antiguos y viejos. Ahí pude encontrar la siguiente información:
Genero/ especie: Ardalucium Oblicuos Esperancis
Familia: Luffanus Terraculus
Nombre común: Xerosonte
Y es todo lo que encontré. Con esa explicación me regresé a casa más que satisfecho.
Se conocen muchas historias donde implican al Xerosonte. La que más recuerdo es aquella que mi madre solía contar. Ocurrió cuando vivía en la frontera. Contaba que en la calle donde vivía había una pareja madura con algunos años de casados. Como todas las parejas, tenían sus buenos y malos ratos. Un día, con algunas copas en la cabeza, a él se le ocurrió decirle Xerosonte a su mujer… ¡Santo cielo! Se armó tal revuelo que después de mil y un gritos terminó ella morada de coraje, le dio la espalda al marido, se levantó la falda y le enseñó el trasero. Acto seguido, abrió la puerta, le dio un portazo, y jamás se volvió a saber de ella. Lo último que se supo de él es que se había vuelto un pervertido pues andaba gritándole a las jovencitas: ¡Xerosonte!, esperando que tuvieran la misma reacción de su mujer: la de levantarse la falda. Lo más que consiguió fue un par de cachetadas hasta que desapareció por completo.
Muchas veces me pregunté si esa reacción era porque el Xerosonte pertenecía a la familia Luffanus Terraculus.
De cualquier forma, ¿sabían ustedes que tiene un afilus oturos el Xerosonte?
¿Nooooo?…
¡Qué lástima!
Salvador Pliego
El que guste leer alguno de mis libros,
lo puede bajar gratis haciendo clic en la
imagen del libro del lado derecho.
Si les gusta lo pueden circular entre sus
amistades libremente.
– – – – – – – –