Archive for the ‘flor’ Category
El poeta le canta a la mañana
Posted 27/06/2012
on:- In: Alba | Azul | flor | poesía | Poeta | Primavera | Salvador Pliego
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Sin otra indumentaria sino su traje verde,
su música algarrobada por las semillas,
su bergantín de azul color que va nadando entre arrozales,
entre las ramas del sol, en los nidos de las cortezas y del agua,
de las tornasoles guacamayas que pintan y decoran
la cautiva resistencia de las hiervas
cuando danzan al paso de la luz,
y cual gotas golpean dulcemente el canto de sirenas
-parecen alhelíes o sonajas,
parecen pequeñas diamantinas que se adhieren
cual hilazas a las formas del paisaje-;
va el flautín, la madera de guitarras,
el oboe en las yemas de la espora,
el sur del cielo y el norte de la greda,
hacia la bruma de la mano del poeta,
para extraer con la fresca tinta de su pluma
la salutación de la mañana
y la flor abierta que, con la humedad de su melena,
acaricia la sonrisa generosa de la vaina.
Salvador Pliego
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Ella (suspiros)
Posted 28/10/2010
on:- In: amor | flor | mujer | poesía | Salvador Pliego | Suspiros
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Ella, cuando camina, se vuelve azul y un suspiro.
No dice nada… sólo un suspiro.
En la alborada el alpiste brota en su cabellera
y baja el rocío para dejarle caireles color de aliento.
Sobre su torso un arco iris detenta el fresco de la mañana
que se bifurca en su cadera como racimos cual lima fresca.
Y en sus ojos… No dice nada, sólo un suspiro.
Va llena de juncos y del sereno que la recubre.
Tiene los labios color de trino.
Para dormirse, retoza en velos y se hace luna.
Y cuando su boca abre… No dice nada, sólo un suspiro.
El cielo baja para adornarle sus cejas
cuando libera esas pupilas de jardinera.
Y cuando habla… No dice nada, es un suspiro.
Cuando me toca tiene la cauda color de rosa
de alguna sombra de mariposa.
No dice nada… sólo me toca.
Parece una burbuja cuando se mueve,
y el alba acude y la sostiene
para que transparente vuele y así se peine.
No dice nada… sólo en mi boca.
Tiene el respiro de las alondras
y en un sollozo siempre se posa.
Al inclinarse la tierra se alza y la vuelve flora para mojarla.
Cuando ella besa… No dice nada, sólo mi boca.
Se vuelve soplo, un gran suspiro… ¡No dice nada!
Su lengua condensa el tiempo
y así lo exhala en su mirada.
Tiene sonrisas que se diluyen
y luego aparecen revoloteando
cual fueran cisnes que van graznando.
Ella… se vuelve un soplo aquí en mi boca.
Y no dice nada…
Sólo en mi pecho habla y siempre retoza.
Salvador Pliego
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Flor de los vientos
Posted 15/04/2010
on:- In: flor | Hombre | Libertad | poesía | Salvador Pliego
- 69 Comments
La flor es un fusil de amor,
un fusil de labios, rotundo y penetrante.
¡Qué canto te dijera si el cantar del mar viniera!
Quiero un arma silbando por el monte
y un silbido que cante un bello nombre:
pólvora de rosas y un cañón para escoltarte,
un colibrí hilando y el abeto, igual, a mil volando.
Quiero una batalla de lilas y amapolas
que tiñan con sus cuerpos de blanco las pupilas,
y al pétalo solfeando, airoso y ajetreando.
Ir a la explanada del poeta y a su casa
envuelto en esa manta de hierro y de campanas,
y el hierro que sea nube de mirlos y de calas;
enlistarme en una vista y amarle con su rima.
Quiero la poesía cargada y preñada,
dando a luz, bramando hasta que nazca:
de una mujer de pueblo rebelándose en la plaza,
de un niño en el corcel de madera y crianza,
de un campo de hombres, y nunca doblegada.
Quiero una ventana: jazmín, cobre y agitada;
un tintero libre y un octosílabo en recuadro;
que apunten a la voz, al cuello, al grito, del siempre partisano,
y del gerundio colgándose y temblando.
Por más fusil que lleve,
por mas letra vencida,
hay sangre en vez de plomo
y sangre respirando,
latir entre los codos de brazos despertando,
y un hombre en cada hombro: fusil de flor y asombro.
Por cada hombre respiro maíz, arroz y canto:
pólvora que viene de tierra, surco y cauce,
y hierve en los volcanes luchando al sembrarse.
Quiero mil batallas de lilas y amapolas,
que vayan todas juntas cargándose y unidas,
y cuando ya disparen, si es preciso,
desborden las pupilas sus flores amarillas.
Latir de los fusiles de cañas y cananas
cuando en las armas viven del pueblo sus labranzas
y besan en las ramas las rosas hilvanadas.
Cantares que se funden en pechos del obrero,
bigornias cual floreros domando los aceros,
y en mano de los cantos claveles engendrando.
Quiero mil batallas, y todas liberadas,
de lilas y amapolas floreando en las montañas,
y, si es preciso,
naciendo en las entrañas.
Fruto de las villas la crónica y garganta
que brota de la espiga de alguien que camina,
y cuando se cosecha, masa es su justicia.
Quiero las batallas, mil y mil batallas,
mil juntando miles, mil soldando todas,
de lilas y amapolas sumando a las begonias,
que forjen cada tallo, que limpien el arado,
que lleven en los dedos los callos del sembrado,
que apoyen en los hombros al hombre liberando
y, si es preciso y fuese necesario,
con flores en la mano para irles ya besando.
Salvador Pliego
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Para mirarle
Posted 23/03/2010
on:- In: amor | flor | poesía | Salvador Pliego
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Como para acercarme dibujo un contorno,
una silueta… y agrego un brebaje.
Le cedo mis huesos, costillas y el cuerpo faltante.
Me cede su borde y embriago de aroma,
me irradia con gotas que saben y sudan corolas.
Se forma en mi mente…
Y una vez creada, mi cuerpo transciende en su boca sagrada.
¡Si ella supiera lo que bebo en su boca!,
que para mirarla, me adentro en su vientre…
Y ella despierta y luego florece.
Salvador Pliego
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Fleur de Paris
Posted 04/03/2010
on:- In: flor | Paris | poesía | Salvador Pliego
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Hoy es el cumpleaños de la tarde.
Un beso líquido de bruma se suda en el tejado
mientras pintan niños de cereza en los bordados.
Que me esperen, les digo. ¡Allá voy!
Que caigan los Elíseos a mis manos
o el Palais de Chaillot se exponga en la cintura.
¡Allá voy!, insisto. Niños nardos: ¡que me esperen!
Cascabeleando, me presento:
Monsieur de la solana,
balandra de la luna,
Jardín del Trocadero.
¡Allá voy!, damiselas del encanto.
Al cordel de blanca cera,
al carrusel de la fontana.
Aurora hermosa de gardenia,
transeúnte de concordia,
avecinada de Montmartre:
¡qué alegría!, ¡qué alegría!,
flor risueña, ¡qué alegría!
Mademoiselle de la eufonía:
crésese de alba la pintura
en los rubores de sol y bienvenida;
en la faldas, bajo el Sena,
un tour de flores da la vista,
y en el té, humeante, en la mesa,
Chanel, Monet, Sartre,
y el viejo Vartan,
haciendo fiesta a no acabarla.
Mademoiselle:
¡Uh!…Le Fleur de Paris…
Fleur d’Amour.
Colgando de la Eiffel,
bailando en el Louvre al son de historiador.
¡Hoy es el cumpleaños de la tarde!
Niños coliflores, niños aguaceros,
niños de piano color de pastel:
¡Allá voy!
¡Qué festejo, Mademoiselle!
Hoy es el cumpleaños del minuto.
¿A usted la flor?
Salvador Pliego
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