SALVADOR PLIEGO – POESÍA

Archive for the ‘Pasión’ Category

Hay un olor a manzana que nace en tu piel
y otro sabor a cerezo que hila avellanos para florecer.

Cuando tu voz se aleja de mí,
se descubre ese verso y el miedo del árbol atando alhelíes.
Y hay un olor a ciruelos goteando en las hojas,
cayendo en rodajas, perpetuando un abril;
ahí es que mis manos se pierden de ti.

Como la savia que baja y en las palmas se agota,
en tu garganta un pálido silbo se escapa
para que el celeste lo anide si no está tu boca.
Entonces mis manos se pierden de ti
y es a tus labios que quiero encontrarlos.

Para que yo te siga al sol le persigo,
porque ya noche en el lecho te aguarda,
y ahí es que mis manos, siguiendo tu boca,
se inhiben, y a corta distancia se hunden en ti.

¿Cuánto de ti me he llevado que tu garganta se pierde?
¿Cuánto es que el río llora al correr su torrente?
Y tu voz, preciosa y silente, se aleja del cuerpo, se fuga de ti.
Donde se pierden mis manos tus labios se ausentan,
pero tu boca viene y me lleva, vuelve y me acerca.

Porque es así: entre mis manos, te vas;
pero en tu boca, mi boca te encuentra
para dormirse sonriente, tranquilo, de nuevo en la gloria.

Salvador Pliego

El que guste leer alguno de mis libros,
lo puede bajar gratis haciendo clic en la
imagen del libro del lado derecho.
Si les gusta lo pueden circular entre sus
amistades libremente.

– – – – – – – – – – – – – – – – – – – –

Etiquetas: , , , , ,

La noche canta. ¡Es todo!
La piel aviva el fuego de la estrella
y el pájaro se pierde en la otredad del cielo.
Como una sombra oscura se mece el firmamento.
Y de tus ojos negros, abiertos, nacen las islas del deseo.
Vestida como el mundo, como el canto y el retorno,
abres los quicios de la nada y las bodegas equidistantes de lo incierto.
En la imaginación del alma tu vientre me recuesta
y de tu pecho emana la luz de mis caprichos.

La noche canta. ¡Es todo!
Mi boca explora su murmullo: te quiero.
Y en el beso profundo e irrepetible
me dices que hemos muerto en la tumba de los brazos.
Desde las tinieblas me ofreces el labio puro de la vida.
La noche canta. ¡Es todo!
En la tregua de mareas los cuerpos resucitan
y un nuevo beso reclama los caprichos
abriendo sus alas como fuego.

Un perfume de besos se escapa hacia los cielos
y los cuerpos se atan cual occisos moribundos.
Yo soy la muerte -te digo.
Yo soy la vida -respondes.

La noche canta. ¡Es todo!

Salvador Pliego

El que guste leer alguno de mis libros,
lo puede bajar gratis haciendo clic en la
imagen del libro del lado derecho.
Si les gusta lo pueden circular entre sus
amistades libremente.

– – – – – – – – – – – – –

Etiquetas: , , ,

Del lado donde centellea
la volcánica asunción de lo celeste,
abro, extiendo, dibujo tu boca.
Dejo caer la noche y escucho del cielo sus galopes,
mientras tu cuerpo emprende
la salutación de la mañana.
Y como en vuelo, o acorralada por las Nereidas,
te despiertas
y pintas un verbo en tu lengua
que explayas de mil formas
en los acantilados de tu cuerpo:
¡Éxtasis!

Me despierto y me siento frente a ti. Te observo.
Y con una nueva sonrisa,
simplemente te conjugo.

Salvador Pliego

El que guste leer alguno de mis libros,
lo puede bajar gratis haciendo clic en la
imagen del libro del lado derecho.
Si les gusta lo pueden circular entre sus
amistades libremente.

– – – – – – – – – – – – –

Guiado por mi azafrán de versos y el dulzor vehemente
que calcina mi cuerpo en sus dos tercios
-derrame de piel y crótalos salvajes-,
abro mis brazos el paraje leñoso de tu vientre,
y entonces tu boca sabe a mundo y huele a cántaro.

Trino en tu sombra que es bermeja silueta de erotismo,
hija de mujer y ensueño,
donde se acuñan los antídotos de soledad e impaciencia,
y nuevamente me sabes al aliento de tu vientre
y al olor que brota de tus pechos.

Accedes a la dramaturgia de los cuerpos
y eres el eje indómito del movimiento.
Y de nuevo hueles al ramo de tus piernas,
a la vegetación naciente de tus muslos,
a la condena que brota de tus hombros
y me enhebra a tu contorno de trigales.
Sabes al cabello voraz e insaciable,
o a cadera que en soplos desvanece,
al gusto de una espalda tenue y dibujada.

En tu cuerpo las horas arman la tremolina en abundancia.
Y otra vez el olor a polvareda
me hace vibrar en un refugio, en tu costado,
y tu cuerpo huele, entero, al abrigo del otoño,
a la supremacía de un tobogán que va subiendo adrenalina,
y cae al vértice de tu cintura o al equinoccio de tu dorso:
me sabes al amor de una tarde
y el olor que brota centellea en el silencio de la noche.

Salvador Pliego

El que guste leer alguno de mis libros,
lo puede bajar gratis haciendo clic en la
imagen del libro del lado derecho.
Si les gusta lo pueden circular entre sus
amistades libremente.

Etiquetas: , , , ,

Todos los aceites
-pólvora de lirios, hebras simétricas entre navíos-
que sueltas,
que al tocarte las minas de uvas galantean
y hacen que se desplome mi muerte a tu mirada
-brazos de mis iris tomando tu cintura-,
o me arrodillan cual culebra
que penetra tu carne en el licor de la osadía,
que se enrosca traidoramente hasta tu lengua
y la exaspera hasta llevarla al combate de la estrella
-besos todos que nacen de tu boca-,
en un destellar de erizadas conjunciones,
en un disparo azul de tactos y de manos
-hombre soy, y del águila asesino
o del vuelo su pupilo-;
mi diosa azul, de la bañera o del enjuague,
me bañan de cielo los perfumes de tu viento
y me llevan los ojos a la cacería inmóvil de tu cuerpo.

Salvador Pliego

El que guste leer alguno de mis libros,
lo puede bajar gratis haciendo clic en la
imagen del libro del lado derecho.
Si les gusta lo pueden circular entre sus
amistades libremente.

– – – – – – – –

En la ensenada de mi corazón guardo tus besos.
Háblame o grítame… Y luego escápate.

Eres el puñal de un arma blanca
que mata cuando besa
y tus labios me arden fuego hasta morirme.

¡Ah!, veneno de mi amor, ojos de cárcel,
la más sufrida llaga del silencio.

Cuando tú me miras
mi cuerpo se inmola en la palabra,
se convierte en asonada y espejismo,
y arroja de sí al ángel de su guarda.

Parecieras la descarga de mis ansias.

Entonces, simplemente digo: Te amo…
Y el mundo es transparente.

Salvador Pliego

El que guste leer alguno de mis libros,
lo puede bajar gratis haciendo clic en la
imagen del libro del lado derecho.
Si les gusta lo pueden circular entre sus
amistades libremente.

– – – – – – – – – – – – – – – – –

Etiquetas: , , ,


Tu boca me descifra una canción de tiempo:
un susurro de besos y un silencio al oído.
Tus ojos se parecen a la luna en vocación de amante,
y luego se abalanzan cual corceles en rotunda estampida.
Entonces brotan de ti otras maneras
y guardas en tus manos la piel del alma dulce.
Tienes también mis besos y los recorres con tu viento;
ávidamente fluyes como el cielo.

Cuando de mis ojos el águila su espacio toca,
estás tú en la mirada, y en ese sueño, de torres y arrecifes,
te toco en el vuelo, destruyo y reconstruyo,
y el antiguo mundo se hace nuevo y accesible:
eres tan linda como el tapiz de una hoja,
como el rubor de una lágrima que humedece a la semilla,
o como la altura que se inclina ante la brizna si gotea.

Me basta con tus manos que alegran y compilan.
Me sobra con tus labios que son copas y me avivan.
Te descubro, ahí, en la nítida fluidez que brota de mi alma.
Y sólo un beso te habla en la boca, maniatando el follaje entre palabras:
vuelves a mi corazón como una espiga
y te derramas fecunda, preciosa, en el bies de las corolas.

Salvador Pliego

El que guste leer alguno de mis libros,
lo puede bajar gratis haciendo clic en la
imagen del libro del lado derecho.
Si les gusta lo pueden circular entre sus
amistades libremente.

– – – – – – – – – – – – – – – – – –

Muchacha: eres el agua rodante hasta el venero
y la salpicadura de secretos que se riega por la arcilla.
En mi interrogación de arena cabes como gota
de un tintero con bretel de brillantinas.
¿Y dime dónde estás, de qué labios has venido,
de qué anduviste entre parajes,
a dónde ya te escondes,
de qué sonrisa has volado?
Cuéntame de tu ser de tardes y tus menguantes matutinos,
de tus anaranjadas prendas que se espejan en tu sino,
que aunque yo las bese,
parecen ser rubor de flores de Jacinto.
Dime si alcanzaste la misiva de los vientos
y si en tu pelo las campanas se rizaron
con tonos cervantinos o versos gongorinos.

Muchacha: dime dónde estás y dónde vuelas
y dónde es que te riegas,
y si llevas los ojos de almendra
y la cintura de ámbar que aletea,
y la lengua tuya tejida con franelas.
¿Dónde estás, reina de lluvias?
¿Y qué dijiste a las mareas?

Salvador Pliego

El que guste leer alguno de mis libros,
lo puede bajar gratis haciendo clic en la
imagen del libro del lado derecho.
Si les gusta lo pueden circular entre sus
amistades libremente.

– – – – – – – – – – – – – – – – – –


Alza sus ojos de rayo
como si hablara en un intercambio,
en un convite de colores,
como si de su sonrisa aflorara
el baile fecundado que el alba le silbara.
El verde, en sus ojos, viene encadenándose
a los capullos, a cada hebra, a todo crisantemo;
también a la orilla de las flores,
a la luz de las ventanas, a la frescura del aliento,
al cimarrón destello o a la sensualidad del avecilla
que parpadea el vuelo entre los huertos,
volviéndose su jardinera.

La adolescente, la juvenil mañana,
abre su rosa de mar y lavandera,
deja escapar el día de su boca,
convierte la chispa en esperanza,
comparte el placer de las torcazas
al postrarse en las bruñidas arboledas.

Para amanecerme: ¡Buenos días!
¡Qué hermosa la gota evaporada,
la brisa sensual y tempranera,
el rocío espolvoreando sus jacintos de perfume!

¡Buenos días, a las alas del sol ya coloreadas,
a las tímidas sonrisas del rayo penetrante,
a las herramientas hermosas de las hojas
donde posan sus manos naturales
los verdes hijos de los bosques
y los manzanos desbordados!

¡Buenos días, verbos del cielo y de los panes!
¡Buenos días, tesoros amables del aroma!
¡Buenos días, intensas ganas del follaje!
Al amanecer mismo… ¡Buenos días!

A los ojos infinitos del poeta… ¡Buenos días!

¡Buenos días!

Salvador Pliego

El que guste leer alguno de mis libros,
lo puede bajar gratis haciendo clic en la
imagen del libro del lado derecho.
Si les gusta lo pueden circular entre sus
amistades libremente.

– – – – – – – –


(Poema extraído de mi libro: Crepitaciones.
El poemario saldrá a la luz en unos
días más (sin costo alguno)
para todo el que guste leerlo.)

A morir, mujer, en cada soplo…

Inspirado en ti, mi boca busca.
Un amanecer de rito en ti erige
la tempestiva humildad de las pasiones.
Todo eres tú: desde el hosanna hasta el aroma,
desde el asalto de cruzadas
a la caricia más dócil y apacible.
Mi cuerpo en ti volando muere
y entierra los besos más sagrados.
La plural dulzura de tu pecho
amaza el pan de un verbo suave.

¡Ah, de tu roja cintura esmerilada!
¡Ah, de tus senos que son dúctiles y zahareños!
¡Ah, de tu cadera que se enfila más allá de la montaña,
y más allá, aún, de tierra firme!

Pero, yo te amo, mujer:
las mil guitarras llaman a la lid con sentimientos
y la blandura de tu cuerpo afina
el deseo que ostento;
mis labios cavan en ti una vereda de caminos amorosos.

¡Ah!, todo eres tú: el beso y el furor,
el paladar en un terrón crujiente,
la melaza parda y glaseada o hecha fuego.
Mujer canela: cuando en ti sangran mis labios
el más fibroso amor canta ternuras
y cristaliza el corazón de acero.
Entonces, ¿qué besos no arrancan savia si te sienten?,
¿qué fruto no emerge maduro de tu vientre?,
¿qué color no estalla su tinte
en la misma proporción de tu dulzura?

Y como si el beso viniera solo y se escapara,
como si el mundo rodara en cada hombro
y en tu espalda,
y los latidos fueran eso: arrojo y llanto,
la transparencia nocturna de tus blancos,
los muslos tropicales que hacen mayos:
¡todo en ti converge, todo en ti acontece,
y el beso fuga su nocturno por tu talle!

¡Ah, de tus brazos en mis labios!
¡Ah, de tus ojos en mis ojos!
¡Ah, de tu ánima en mis dedos!
¡Ah, de la ahogada cúspide de besos!
La infinita luz llama a sus deudos.
Y con mil besos, mujer, cromo tu cuerpo
y acojo un sueño forjado en el delirio.

¡Ah, los elixires de un beso!

A veces el viento canta, mujer,
se vuelve soplo,
y trae un niño con un geranio
que va plantando, junto a mis besos, en tus costados.

¡Ah, la vorágine de amor y besos!

¡Ah, la inmortalidad de nuestros besos!

Salvador Pliego

El que guste leer alguno de mis libros,
lo puede bajar gratis haciendo clic en la
imagen del libro del lado derecho.
Si les gusta lo pueden circular entre sus
amistades libremente.

– – – – – – – –


Contador de Visitas

  • 511.828 Visitas

Autor de todos los poemas: Salvador Pliego

Poemarios y cuentos

Si alguien desea leer alguno de mis libros dele clic a la imagen del libro y se abrirá en formato pdf. Lo pueden guardar como archivo en sus computadoras. Salvador Pliego

Biografía inconclusa

Un día de flores

Poesía AMLO

Cantos desbordantes

  • Hilada a mi corazón la quiero

  • Cantos desbordantes

  • Niños de la calle

  • Corcel de luz y plata

  • Corcel de luz y plata
  • ¡Lázaro, levántate y anda!

  • ¡Lázaro, levántate y anda!
  • Usted que me enamora

  • Usted que me enamora
  • Ayotzinapa: un grito por 43

  • Ayotzinapa: un grito por 43
  • El jardinero

  • El jardinero
  • 14 de febrero

  • 14 de febrero
  • Felicidad

  • Felicidad
  • Autodefensas comunitarias

  • Autodefensas comunitarias
  • Poemitas enamorados

  • Poemitas enamorados
  • Evocación de pájaros

  • Evocación de pájaros
  • Poemas de desamor y olvido

  • Poemas de desamor y olvido
  • Letras del buen humor

  • Letras del buen humor
  • Crepitaciones. Libro ganador del primer lugar del Primer Concurso Literario Andrés D. Puello

  • Crepitaciones
  • Arterias de la tierra

  • Arterias de la tierra
  • Poemas de amor y de bolsillo

  • Poemas de amor y de bolsillo.jpg
  • El libro de los besos

  • Los niños

  • México

  • Libertad

  • Libertad.jpg
  • Bonita… Poemas de Amor

  • Bonita-poemas de amorrosita1.jpg
  • Encuentro con el Mar

  • Encuentro con el Mar.jpg
  • Aquellas Cartas de Amor

  • Los Trinos de la Alegria

  • Claro de la luna

  • Flores Y Espinas