Posts Tagged ‘Belleza’
Madera
Posted 20/09/2012
on:- In: Belleza | Cuerpo | Madera | mujer | poesía | Salvador Pliego
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Dúctil y fibrosa abres tus brazos
como si fueras el elixir natural
o la esencia misma de la tierra,
o el coctel sarmentoso y terso
que engulle al verde, al café de las cortezas.
Vienes del nogal sonriente,
o del barniz puro que el lapacho ofrenda
y consagra a sus viveros,
o de las hayas ofertando sus cornisas,
o de los talis regalando sus aceites.
Te llamo: Dulce mía, Amada, Corazón de mi alma.
Y eres esa especie rojiza que el amor decora,
ese amarillento color de cabellera,
ese castaño suave y delicado que baja en tus mejillas,
ese blanco en crema tropical que aroma,
el encolado rosáceo que torna tus muslos
y entrelaza con marrones tu cadera en los vaivenes.
En tu boca se difunde la carpintería
del beso llamativo,
de la enchapada agonía,
de la rama que muestra su trabajo de ebanista.
Yo a veces subo, te picoteo, canto,
hago de tu tronco mi morada.
Y tú abres tus brazos para acogerme
en tu hermosa veta de madera
o para anidarme
en tu violáceo tallo que me embriaga.
Salvador Pliego
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SINGULARIDADES
Posted 14/05/2012
on:- In: amistad | amor | Belleza | Dulzura | poesía | Salvador Pliego
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SINGULARIDADES
Belleza
Viento desnudo y torso,
entonces eran los jazmines.
Y una noche se marcó tu boca en el suspiro de la lluvia.
Ahí nació la palabra:
en el pincel de la curvatura de tus senos
y la elegía blanca, expresada en mi mirada.
Sentimientos
De la misma manera que abres tus ojos
y en una sábana se despierta la palabra,
de igual forma irrumpe el sentido de la lengua:
sólo en tu boca yo soy como las letras
que hacen del verso su página no escrita.
Palpitaciones
El corazón se fue, silbando, entre violines.
Y de ese canto extrajo su rojo atavío de ilusiones.
Cuando en la tarde yo le escuché silbando,
reconocí su canto.
Le di la mano… Y con un latido la fui besando.
Brindis
Le dije: Me gustan tus senos.
¿En verdad?, me respondió.
Acto seguido: se los quitó del pecho,
los colocó en una copa y me los dejó bebiendo.
Atracción
Ahora que te miro,
indiscutiblemente de pies a la cabeza,
y te arraso en una doble horizontal de flancos
que embiste tu minúscula egolatría,
triplemente bella si muestra su sonrisa,
no te queda más que ser árbol de fragante lozanía.
Yo me subo a una de tus ramas
y pío alegremente hasta el cansancio.
Crepúsculo
¿Eres el cielo? –Le pregunté.
A veces –Me respondió.
Apagué entonces la luz
y clavé en ella mis ojos para ver el amanecer.
Delicadeza
Desde el aire que desgrana
la noche como un velo
y le llama al pájaro: sus nubes, sus cristales;
así le llamo a tu beso
el vuelo de las mieles
y el ala que rasguea los melódicos violines.
Salvador Pliego
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Arte
Posted 04/05/2012
on:- In: Arte | Belleza | Figura | poesía | Salvador Pliego
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Arte, desde la orilla, desde el silencio,
lo que en las manos se manifiesta
o nace desde la corteza para ser ungido,
o como un suave carpintero que taladra el azul de la madera
y hunde su cincel de carne y hueso en la fina hendidura.
Formas todas del amor y las mañanas
que aún en la tiranía del color sobrepasan el delirio
y se embarcan a la aventura del éxtasis profundo.
Flores que se tejen al mármol
o son polen y larvas en los óleos,
y después salpican sus cardas con el barniz de la esmeralda
para quedarse en el terciopelo o enredadas en los dedos
donde se fragua su materia y hermosura.
Cuadros hechos de ojos, de miradas ígneas y enigmáticas,
como las piedras de la tierra que son ramajes cristalinos
y en los pechos se desnudan salpicando sus bemoles.
Solamente el color se descubre en la forma y se da nombre.
Sólo el cuerpo es inherente a todo arte:
Uñas pintadas con el color de las fontanas
para bañarse de ruiseñores y albores;
Ojos absorbiendo del paisaje el corazón de la luz,
la llama de la lucha, la paz del horizonte,
y poniéndoselos de pupilas al fulgor de los amantes;
Voces cantando el Do de las praderas
y cada Re de las espigas
para extraer el origen de la nada;
Brazos tallándose a sí mismos con sus manos
y luego apuntalando el orden, la grandeza, centelleando.
Cuerpos que son el viento, la misma tarde,
el aroma de la lírica,
y llevan el cieno a la lluvia
o heredan el amor a la materia.
Cuerpos lácteos que se afilian a la decoración,
porque de ellos extraen la blancura
y son la limpieza del rocío.
Cuerpos de la mujer y el hombre,
que son sus casas de lilas y pendientes,
galerías del forraje, campos de las nieves
o prodigiosas primaveras eternamente germinadas.
Solamente el arte se inventa en el cuerpo,
en su humana orfebrería,
sin otro atavío, sin otro prodigio que su cuerpo mismo,
dándose su forma oceánica de piel y sentimiento,
su precisión de templo y rostro destellado,
donde se anillan: mar, exactitud y la crisálida de su belleza.
Salvador Pliego
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