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Aquella niña
Posted 21/12/2008
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Aquellas bellas callejuelas empedradas
y bañadas con jardines que colgaban
flores blancas como estelas fulgurantes,
sus ventanas de alquitranes,
sus floreros relucientes cual sedales
y los arcos que bajaban en relieves
como gotas que regaban las laderas,
una niña, había una niña
al que su lindo rostro de un balcón
se le observaba,
de la escuela la hora yo esperaba,
y corría y corría y corría
hasta mirarla, que sus rizos
se peinaba y de una mano
una horquilla como el cielo le alumbraba,
¡qué preciosa!, repetía,
y me quedaba abajo a que la luna
me alumbrara,
y corría y corría y corría
a besarla sin que ella lo notara.
y ya de noche a la casa me volvía,
¿qué te has hecho que tan tarde has vuelto?
mi madre reprendía,
y corría y corría y corría
a mi cuarto que un florero de granate me esperaba
y una flor de lirio de la tierra se asomaba,
¡así es ella!, me decía,
y corría y corría y corría
de la escuela sin zapatos por mirarla
y hubo un día, sin quererlo,
que bajó su vista hacia la mía
y su rostro sonrió en mi alegría,
y corría y corría y corría
por la plaza que se abría,
¡era mía!, me decía, ¡era mía!
Salvador Pliego
Entonces era un niño
Posted 07/11/2008
on:- In: amor | literatura | poesía | Salvador Pliego | sentimientos
- 5 Comments
¡Qué lejos hoy tus besos!
¡Qué lejos los recuerdos!
Las lámparas brillaban…
Yo: niño sin corbata.
Tú: niña en crinolina blanca.
Tan sólo de las manos
y el mundo ya volaba.
Oh ciénega callada,
el mundo yo volaba.
Aún tu boca era sagrada.
Tu mano me excitaba,
y el alma de los niños
se iba en algazara.
¡Qué lindos los recuerdos!
Las lámparas brillaban…
Aún guardo en mi jarro
los tréboles de cuatro
y las hojas de amaranto
que brotaron de tus manos.
Aún llevo en el alma
tus ojos y el halago.
¡Qué lejos hoy aquellos!
Entonces era un niño
y las lámparas brillaban…
¡Qué bellas las bellotas
cayendo por el vado!:
racimos que colgaban,
paisajes que sembraban,
los cántaros repletos
de juegos y de encanto,
las blancas azucenas
colgando en las verbenas,
suspiros que vagaban,
caricias que flotaban,
los sueños degustando
encuentros y alcaparras.
Y tan sólo de las manos,
tan sólo te tocaba…
Tu boca era sagrada.
¡Qué lindos los recuerdos
y estar enamorados!
Entonces era un niño
y las lámparas brillaban…
¡Qué bellas las campanas
que en tu falda se meneaban!
Así yo las sentía
al verlas que sonaban.
A mi me coqueteaban,
al alba le besaban.
¡Qué linda ibas de rosa
prendiendo las mañanas!
Entonces era un niño
y sonaban las campanas,
vagaban por mis ojos
y luego se ocultaban.
Entonces eran bellas,
tan bellas las veredas:
las flores se enfilaban,
las lilas se juntaban,
y volcándose a tu rostro
tu peineta ataviaban.
Entonces era un niño
y las lámparas brillaban…
¡Qué lejos los recuerdos!
¡Qué lejos hoy tus besos!
Entonces era un niño
y las lámparas brillaban…
Salvador Pliego