Posts Tagged ‘poemas’
El amor volvió
Posted 07/01/2009
on:- In: amor | claro de luna | literatura | poesía | Salvador Pliego | sentimientos
- 7 Comments
He de confesarlo, sí,
que decirte amor rompió la calma que tenía.
Ah Venecia pura, góndolas de viento,
velas que del fuelle se extravían en suspiros.
Me quedé en el puerto de los sueños,
en la barca airosa de la risa,
bebiendo noches, saboreando lunas,
galanteando auroras.
Y el amor volvió y se quedó prendido
como el muelle salpicado de latidos
donde el mar iba y venia,
donde yo iba y lo traía.
En la resaca te veía,
en la ola te acogía,
y sólo las gaviotas murmuraban
cosas que el viento les oía.
Venecia hermosa del canal que me prendía.
El amor llegó en tus barcas,
en crecientes olas blancas
y el amor correspondía.
He de confesarlo, ¡sí!,
que en tus aguas me perdía.
El amor volvió y en góndolas me iba.
Venecia hermosa, amada mía,
sabes a miel de ébano y a baya dulce,
tienes el color moreno y rozagante
del puerto ebrio en que el paisaje
es durazno y azabache.
Llevas esos ojos cristalinos
que el murano escribe en lejanía.
Tu cuerpo es puente
y el balcón de mimbre
que en veladas noches se esculpía.
Preciosa, hermosa, dama mía,
el amor volvió a la vida
y tu boca me prendía.
Góndolas de viento, góndolas del puerto,
tus brazos me mecían
y en ellos me escondía.
Belleza y dulce mía, que en tus besos me acogía.
Góndolas de luna sobre un pecho que lucía
los más fragantes senos
que el alba merecía.
Góndolas de brisa que me dio la vida.
He de confesarlo, ¡sí!,
preciosa dama mía,
que besé la luna
en la Venecia en que tú ibas.
Salvador Pliego
Plumas de nieve
Posted 29/12/2008
on:Luces blancas, transparentes, olor a cielo,
plumaje y oro que va cayendo al suelo.
Cada partícula es como un querube en vuelo,
tocándose sus alas, descubriendo el viento,
abriéndose para recrear su aliento;
descolgándose sigilosas como algodones bailarines,
cuchicheando en el espacio sus secretos.
Cada una se esparce y van vistiendo los paisajes,
como novias puras y benditas del follaje.
Habitante del jardín y de las noches,
de la acuática marea,
de la travesía del agua y del bajel en ruta;
me quedé absorto entre la nieve,
abstraído y perdido hasta nublarme;
tocando su ligereza, respirando su sencillez,
mirando su ilimitada forma, abarcando su infinita manta,
señalando su nívea cabellera y su lechosa entrega.
Y como nadie, me sentí invitado a su cuerpo y su materia,
a su albina pulcritud de dama.
¡Ah!… Era el reventar de espacios y ajetreos,
la alegría pura, el danzar en la volatilidad de la materia,
el brincar entre la nada, el pintarme de su aureola,
y vestirme blanco, todo blanco…
Y una sonrisa cargada, a nieve y pluma me sabía.
(En atavío claro,
con arreglo fino y distinguido aliño,
yo escribí mi verso: un verso blanco,
así ligero y blanco,
que sirviera de regalo de lo que tengo y valgo,
y darle una sonrisa, de nieve y pluma,
a donde al alma, alegre, se explaye y diga:
Mi sonrisa: ¡A tu blanca bruma!)
¡Nieve, espuma, travesía y garbo al que mi mano toca!
¡Tócame de coral y esponja y que la brisa a ti te escoja!